viernes, 26 de febrero de 2016

Una autohumillación en casa


Ayer TVE vivió una humillación en su propia página web: la autohumillación de TVE. Y es que al emitir la final alemana en directo a través de RTVE.es se hicieron un flaco favor: el poder ver una preselección con una altísima calidad técnica y con variedad de estilos es algo que hace años que no vemos aquí.

Con un escenario impecable (este año han pasado de hacer la final en un estadio a hacerla en un plató de televisión), un sonido inmejorable, una iluminación espectacular, una realización televisiva a la altura, una presentadora que realizó de forma brillante su trabajo, un ritmo frenético (sin parones para que el jurado diga que x cantante canta muy bien) y, sobre todo, con un formato corregido de los errores de años anteriores (por fin se han cargado lo de presentar un doble tema y hacer tropecientas rondas para, simplemente, hacer una superfinal a tres). La preselección alemana no es solo un referente, sino que es el referente. Es el formato en el que tenemos que fijarnos, no en el del Melodifestivalen o en el del A Dal. Hay que fijarse en un formato ágil, a gala única (que a estas alturas es lo único que podemos hacer en España), en un plató, técnicamente brillante, con variedad de propuestas y, especialmente, consolidado en el tiempo. El formato alemán, con sus distintas evoluciones, conserva la esencia se esa preselección que terminaría encumbrando a Lena en el año 2010.

Y encima, al acabar la gala, emitieron un post en Eins Festival analizando la gala, con entrevistas a los participantes y la rueda de prensa de la ganadora. ¡Como si fuera la Fórmula 1! Así sí se trata un producto de forma extraordinaria. Y recordemos que la preselección alemana se organizó casi deprisa y corriendo tras el Naidoogate. Muchísimo mérito el de una ARD que, año tras año, hace un trabajo impecable, si bien los resultados no les están terminando de llegar en las últimas ediciones.

En definitiva, nos han metido no un gol, sino diez por toda la escuadra. Y encima en nuestro propio campo. Y lo peor es que esta es la tónica habitual: Ucrania, un país en guerra, llevó a cabo una gala técnicamente impecable; Bélgica nos sorprendió este año con una preselección que televisivamente era una delicia. ¿Y nosotros? Bueno, tenemos los neones del letrero gigante de Objetivo Eurovisión...

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