domingo, 13 de mayo de 2018

Televisión Española y Eurovisión: despropósitos, problemas y soluciones


Este año se han cumplido 50 del primer triunfo de España en el Festival de Eurovisión, y Televisión Española ha querido festejarlo por todo lo alto: ¡con un nuevo bottom! Seguimos sin pisar el Top 20 (sí, Top 20) desde el año 2014, en el que una sensacional interpretación de Ruth Lorenzo nos colocó en décimo lugar. Desde entonces, travesía por el desierto: puesto 21 para Edurne y su batamanta, puesto 22 para Barei y su efecto espejo, puesto 26 para Manel y sus tablas de surf y, este año, puesto 23 para Alfred y Amaia con su... eh... pues eso, que nadie sabe con qué porque en la puesta en escena de España no había absolutamente nada. Yo no soy director artístico, por lo que no voy a entrar en este tema, pero sí que quiero entrar, como buen historiador y docente que pretendo ser (ahí, toma criterio de autoridad pedante), en los problemas crónicos que atraviesa España en el Festival de Eurovisión, para buscar posibles soluciones ante el que es uno de los múltiples problemas con los que cuenta actualmente Radio Televisión Española.

Comencemos por el principio: ¿hasta dónde tenemos que remontarnos para encontrar el origen del fracaso de España en Eurovisión? Hasta el año 2005. Aquella dantesca y, cuanto menos, gloriosa preselección que fue Eurovisión 2005: elige nuestra canción, en la que una serie de galas llenas de clichés, canciones horteras que rozaban la vergüenza ajena, puestas en escena lamentables y un intercambio de favores y amiguismos claramente visibles nos dio como resultado una de las peores representaciones de España en el certamen: Brujería. Comenzaba la era de los "a Toñi Prieto Show", como me encanta denominar a ese tipo de antitelevisión que lleva a cabo nuestra diva favorita en cuanto a programas musicales. Evidentemente, este despropósito iba a terminar de la forma de la que cabía esperar: bottom.

Año 2006: TVE hace una "preselección interna" que no era tal porque Las Ketchup ya estaban escogidas de antemano, y manda una propuesta bizarra cuanto menos, con una canción que no había manera de pillarla, unas sillas del IKEA y una nueva integrante de Las Ketchup que nadie supo de dónde salió. ¿Resultado? Otro bottom, mismo resultado que al año siguiente, 2007, en el que, tras una preselección que incluso superó en randomismo a la del año 2005, salió escogido el tema I love you mi vida, de Rebeca Duro de pelar, Antonio Juan y Tomás Gutiérrez. Una preselección llena de descartes de los compositores de siempre... ¡y que pidió meter el inglés "con calzador" en todas las canciones! Y va y justo ese año gana Serbia cantando en serbio. ¿Qué podía salir mal?

Y llegamos al año 2008. Televisión Española decide "innovar" (miedo...) y crea un método de selección online con una gala final en La 1. En medio de la Eurovisión friki y decadente de los 2010 aparece una pequeña joya: La revolución sexual. Sin embargo, TVE permite que participe Rodolfo Chikilicuatre con un tema que infringe completamente varios puntos del reglamento eurovisivo (ya sabéis, todo por la audiencia), y vence tanto a La Casa Azul como a Coral Segovia, ganadora de Benidorm y eterna segundona eurovisiva. ¿Resultado? El mejor puesto desde 2004 con una actuación muy medida que consiguió lo que buscaba: reírse del certamen. Eso sí, ha sido la única actuación que realmente ha estado trabajada y medida al milímetro en todos estos años.

2009. TVE intenta "contentar" a los eurofans organizando "su propio Melodifestivalen". ¿Resultado? Una preselección a la 1 de la mañana que ganó Soraya, junto a una actuación en Eurovisión digna de ese maravilloso programa que es Pura Magia. Y mucho no iba a cambiar los años venideros en la corporación: 2010, cambio de sistema; 2011, cambio de sistema; 2012, cambio de sistema; 2013, repiten porque Pastora Soler se sacó de la manga un Top 10; 2014, cambio de sistema porque ESDM se la pegó; 2015, cambio de sistema; 2016 y 2017, la "preselección nórdica" Objetivo Eurovisión; 2018, OT. Televisión Española solo ha repetido sistema de selección un máximo de... ¡dos años! Recordemos las palabras de Toñi Prieto: "nosotros cambiamos para intentar contentar a todo el mundo". ¿No es ese uno de los grandes problemas que tiene Eurovisión RTVE?

"Amigos para siempre": los de las discográficas, que cuelan descartes en las pres para que el artista famoso de turno haga un especial en navidad; los compositores y palmeros de siempre, que cuelan descartes en las pres y palmean a RTVE por cuatro duros y alguna que otra acreditación; los "esssspertos" de ciertas productoras, que se comen Eurovisión por colar cuatro programitas en la tele pública y unos cuantos de miles de euros... el círculo vicioso del amiguismo que hay en Eurovisión RTVE, a pesar de que casualmente a ninguno de los responsables les gusta el certamen, es inquietante. ¿Será por eso por lo que no lo sueltan? Solo pregunto, no afirmo.

Y no les gusta porque este año, 50 aniversario del triunfo de Massiel, ni se han acordado de ello. Hemos tenido que ser otros (sí, doy autobombo a mi documental) los que hagamos la labor de una televisión pública que se avergüenza del Festival. Una corporación que pasa de trabajarse las candidaturas, fijar un método claro para todos los años, porque no le apetece mover un dedo por algo que simplemente no le gusta, pero que le da un rendimiento tremendo en audiencias. Basta con ver lo que ha pasado en Bélgica, Países Bajos, Bulgaria, Italia, Chequia, Portugal o Francia con los cambios en la delegación: dar paso a gente nueva, con ganas, conlleva buenos resultados. ¿Qué es lo que pasa en España? Que a pesar de llevar ¡desde 1995! sin llegar al Top 5, con solo dos Top 10 en 13 años, todo sigue igual: sigue Toñi, sigue Federico ahora personalizado en Ana María, sigue Gestmusic metiendo la zarpa, siguen los compositores de turno colando descartes... nada cambia porque nadie quiere que cambie.

Aunque se empeñen en decir lo contrario, Televisión Española no quiere ganar Eurovisión. Y no quiere porque no ha mandado ni una propuesta competitiva desde el año 2003. No quiere porque no han trabajado como el resto de televisiones. Siguen sin entender la grandeza de un certamen que cada año ven 200 millones de personas. No comprenden que Eurovisión va más allá del día de la final. Y no, nadie nos tiene envidia: la RTP nos entiende, al igual que la ORF, la SVT o la televisión organizadora que sea. Y tampoco hay una mano negra en la EBU. El único motivo por el que España nunca lleva candidaturas potentes es porque no le da la gana a Radio Televisión Española. Como tampoco han entendido que los ensayos están para perfilar detalles, porque las candidaturas tienen que ir cerradas desde casa; es curioso que a la SVT siempre le hacen caso, incluso a la televisión checa, pero a la española... nunca, ¿verdad?

Si a Toñi Prieto, Ana María Bordas y compañía no tragan Eurovisión o son incompetentes en este ámbito (cosa que no es mala, no todo el mundo tiene por qué saber de todo), es muy sencillo: que sigan desempeñando otras funciones dentro de la corporación, pero que se desliguen. Toñi tiene poder para designar a dos personas: una, que se encargue del apartado de delegación; la otra, que se encargue del apartado artístico. Y no vale esperar a septiembre, porque eso ya es otro año perdido: los cambios tienen que acontecer ya, este lunes mismo si es posible. Estas dos personas tendrían que fijar un método, el que sea, que sirva para los próximos cinco años como mínimo, ya sea una elección interna basada en criterios de calidad musical o una preselección con autores reconocidos para recuperar la credibilidad del certamen. Hay cientos de ideas que se pueden desarrollar con más tiempo y tranquilidad, pero lo importante es tener una base sobre la que trabajar, sobre la que construir un proyecto de futuro para no digo ya ganar, pero sí tener representaciones de calidad año tras año.

El peor enemigo de España en Eurovisión es España. Es RTVE la que permite que se manche la imagen de su programa por parte de otros medios (o panfletos), al igual que es la que permite que se ataque a sus representantes tanto por medios como por ciertos lobbies de eurofans. Si RTVE quiere tomarse a cachondeo el concurso, que lo diga: ya lo hace la BBC. En ese caso, los eurofans españoles nos bajaremos del barco y empezaremos a apoyar a otros países; si quieren tomárselo en serio, que nos lo demuestren con hechos, y no con palabras. De ser así, los eurofans españoles estaremos ahí, apoyando y ayudando en lo que buenamente podamos, porque nosotros sí que queremos estar orgullosos de la representación española en el certamen, y en los últimos años cuesta mucho.

Queremos ganar Eurovisión. Queremos estar orgullosos de nuestros representantes y de nuestra televisión pública. Queremos que se haga un gasto justificado de dinero público en el mayor evento cultural de Europa (mejor 3 millones bien invertidos que 600.000€ en una chapuza). Queremos acabar con esta España de mierda que nos muestra que, al menos a nivel eurovisivo, estamos a años luz del resto de Europa. Acabemos con los amiguismos, con el desinterés y con el "solo nos interesa el dato", para dar paso a una etapa de trabajo y ansias de victoria, en las que las audiencias se consigan por llevar candidaturas que luchen por la victoria. RTVE puede ser como la RAI, la SVT o la que quiera: pero para ello tiene que querer.