viernes, 14 de septiembre de 2018

Operación Bottom




Y lo volvieron a hacer. Nuestra querida corporación pública de radio y televisión ha vuelto a demostrar que no sabe lo que es Eurovisión. Ni tienen vergüenza, ni la conocen. Porque si tuvieran un poquito de vergüenza, solo un poquito, no intentarían tomarnos como verdaderos gilipollas. Y siento decirlo: muchos eurofans lo son, porque caerán en lo de siempre. Hemos vuelto o, mejor dicho, han vuelto en RTVE a caer en el mismo error en el que cayeron el pasado año, pero en esta ocasión de forma maximizada: Operación Triunfo volverá a ser el sistema utilizado para seleccionar la candidatura española para el Festival.

En un alarde de verdadera inteligencia, de capacidad autocrítica y de humildad, Televisión Española ha decidido que la mejor manera de sobreponerse al fracaso estrepitoso del pasado certamen es confiar en la misma gente que gestionó la candidatura pasada, con el mismo sistema de selección y sin cambiar a ningún responsable de Eurovisión RTVE. A nadie. Es que no ha habido ni el más mínimo atisbo de autocrítica a pesar del cambio de presidencia (en este caso, en la figura de la administradora única). No interesa Eurovisión. En los últimos años, no ha interesado Eurovisión. Y previsiblemente, en los próximos años seguirá sin interesar Eurovisión.

Radio Televisión Española convirtió este año Eurovisión en una gala más de OT. Y es lo que van a seguir haciendo con ese “concurso de cancioncillas”, denominación dada por el Sheriff Tinet para el Festival de Eurovisión. Ese “concurso de cancioncillas” en la que su candidatura, de la que él fue responsable directo con esa “espectacular” puesta en escena, acabó entre los cinco últimos.  Pero no os preocupéis porque, si osáis criticar a OT, el Sheriff os dará una “lección de humildad” en forma de bloqueo. Y si osáis criticar a la corporación, es que sois muy atrevidos porque ellos lo hacen todo perfectamente.

Vamos a decir algo obvio: se va a elegir al representante en el Festival de la canción de Eurovisión. De la canción, ojo. ¿Sirve para esto Operación Triunfo? No. ¿Por qué? Por un sencillo motivo: el ser un talent show con un componente de reality hace que una gran parte del votante decida su voto por el “efecto carpeta”. Basta con irnos al año pasado: ¿dónde estaba Que nos sigan las luces? En la superfinal no, desde luego. ¿Por qué? Porque ya se han encargado los distintos actores que forman parte de este juego que es Eurovisión de que no fuera. En Eurovisión se votan conjuntos; en OT, cantantes. ¿OT como programa de entretenimiento musical? Sí. ¿OT como preselección? Nunca.

Vamos a hacer un viaje al pasado por preselecciones de Gestmusic para ver si son la productora ideal. Primero tenemos los tres años iniciales de OT, en la época rancia de Eurovisión. De poco nos pueden servir, al igual que aquella infame preselección del año 2009 (obviaremos comentarla). Vamos a sus trabajos recientes: 2011 y 2017. En 2011 se hizo una preselección con un sistema bizarro y caótico, con una selección de canciones plagada de los mismos compositores de siempre y en la que, oh sorpresa, ganó la cantante que mayor apoyo tenía (no la canción, que aquello era una cosa bochornosa). Saltando la “maravillosa” puesta en escena del año 2015, responsabilidad del Sheriff, vamos al año 2017. ¿Nivel de las canciones? Bastante decente. ¿Resultado? Bochornoso.

¿Y qué pasará cuando acabe OT? Que en RTVE seguirán improvisando, como han hecho siempre. ¿Dedazo? Si vienen con discográfica. ¿Preselección? Para contentar a los mismos cuatro. ¿Retirada? Nunca con estas audiencias. Porque seamos serios: solo les importa la audiencia. Si les importara Eurovisión, tendrían preparado un plan quinquenal, con líneas maestras de una base sobre la que trabajar siempre. Con un proyecto constante y definido, sin dar bandazos improvisados. Con un foco en la canción, que ya hacen nuestros vecinos portugueses eligiendo compositores y no cantantes. Fijándonos en lo que funciona en países a la vanguardia eurovisiva: Suecia, Hungría, Estonia, Bulgaria o Noruega. Eso es lo que habría que hacer, pero a nadie le interesa hacerlo.

Mientras sigan los señores Jareño y Sevilla junto a la señora Prieto, nada cambiará. Mientras que las voces críticas y valientes, las que aportan proyectos e ideas, sean silenciadas, nada cambiará. Mientras que la administradora única de la corporación, la señora Mateo, no cumpla su palabra de apostar por un entretenimiento de calidad y de aplicarse la máxima de la transparencia, nada cambiará. Es triste, pero es una realidad: España a Eurovisión va como San Marino a los clasificatorios del Mundial de fútbol. Pero no pasa nada: saldrá una nueva Rosa de España y los eurofans palmeros dirán que viva OT, que qué guapo es Tinet y que todo maravilloso. Y llegará el bottom.

Salvo sorpresa, Eurovisión 2019 pinta mal para España. Y 2020. Y 2021. Y así, con todos los años sucesivos. Las cosas se cambian con voluntad; si no existe esa voluntad, habrá que pensar en cambiar de nacionalidad eurovisiva.

domingo, 13 de mayo de 2018

Televisión Española y Eurovisión: despropósitos, problemas y soluciones


Este año se han cumplido 50 del primer triunfo de España en el Festival de Eurovisión, y Televisión Española ha querido festejarlo por todo lo alto: ¡con un nuevo bottom! Seguimos sin pisar el Top 20 (sí, Top 20) desde el año 2014, en el que una sensacional interpretación de Ruth Lorenzo nos colocó en décimo lugar. Desde entonces, travesía por el desierto: puesto 21 para Edurne y su batamanta, puesto 22 para Barei y su efecto espejo, puesto 26 para Manel y sus tablas de surf y, este año, puesto 23 para Alfred y Amaia con su... eh... pues eso, que nadie sabe con qué porque en la puesta en escena de España no había absolutamente nada. Yo no soy director artístico, por lo que no voy a entrar en este tema, pero sí que quiero entrar, como buen historiador y docente que pretendo ser (ahí, toma criterio de autoridad pedante), en los problemas crónicos que atraviesa España en el Festival de Eurovisión, para buscar posibles soluciones ante el que es uno de los múltiples problemas con los que cuenta actualmente Radio Televisión Española.

Comencemos por el principio: ¿hasta dónde tenemos que remontarnos para encontrar el origen del fracaso de España en Eurovisión? Hasta el año 2005. Aquella dantesca y, cuanto menos, gloriosa preselección que fue Eurovisión 2005: elige nuestra canción, en la que una serie de galas llenas de clichés, canciones horteras que rozaban la vergüenza ajena, puestas en escena lamentables y un intercambio de favores y amiguismos claramente visibles nos dio como resultado una de las peores representaciones de España en el certamen: Brujería. Comenzaba la era de los "a Toñi Prieto Show", como me encanta denominar a ese tipo de antitelevisión que lleva a cabo nuestra diva favorita en cuanto a programas musicales. Evidentemente, este despropósito iba a terminar de la forma de la que cabía esperar: bottom.

Año 2006: TVE hace una "preselección interna" que no era tal porque Las Ketchup ya estaban escogidas de antemano, y manda una propuesta bizarra cuanto menos, con una canción que no había manera de pillarla, unas sillas del IKEA y una nueva integrante de Las Ketchup que nadie supo de dónde salió. ¿Resultado? Otro bottom, mismo resultado que al año siguiente, 2007, en el que, tras una preselección que incluso superó en randomismo a la del año 2005, salió escogido el tema I love you mi vida, de Rebeca Duro de pelar, Antonio Juan y Tomás Gutiérrez. Una preselección llena de descartes de los compositores de siempre... ¡y que pidió meter el inglés "con calzador" en todas las canciones! Y va y justo ese año gana Serbia cantando en serbio. ¿Qué podía salir mal?

Y llegamos al año 2008. Televisión Española decide "innovar" (miedo...) y crea un método de selección online con una gala final en La 1. En medio de la Eurovisión friki y decadente de los 2010 aparece una pequeña joya: La revolución sexual. Sin embargo, TVE permite que participe Rodolfo Chikilicuatre con un tema que infringe completamente varios puntos del reglamento eurovisivo (ya sabéis, todo por la audiencia), y vence tanto a La Casa Azul como a Coral Segovia, ganadora de Benidorm y eterna segundona eurovisiva. ¿Resultado? El mejor puesto desde 2004 con una actuación muy medida que consiguió lo que buscaba: reírse del certamen. Eso sí, ha sido la única actuación que realmente ha estado trabajada y medida al milímetro en todos estos años.

2009. TVE intenta "contentar" a los eurofans organizando "su propio Melodifestivalen". ¿Resultado? Una preselección a la 1 de la mañana que ganó Soraya, junto a una actuación en Eurovisión digna de ese maravilloso programa que es Pura Magia. Y mucho no iba a cambiar los años venideros en la corporación: 2010, cambio de sistema; 2011, cambio de sistema; 2012, cambio de sistema; 2013, repiten porque Pastora Soler se sacó de la manga un Top 10; 2014, cambio de sistema porque ESDM se la pegó; 2015, cambio de sistema; 2016 y 2017, la "preselección nórdica" Objetivo Eurovisión; 2018, OT. Televisión Española solo ha repetido sistema de selección un máximo de... ¡dos años! Recordemos las palabras de Toñi Prieto: "nosotros cambiamos para intentar contentar a todo el mundo". ¿No es ese uno de los grandes problemas que tiene Eurovisión RTVE?

"Amigos para siempre": los de las discográficas, que cuelan descartes en las pres para que el artista famoso de turno haga un especial en navidad; los compositores y palmeros de siempre, que cuelan descartes en las pres y palmean a RTVE por cuatro duros y alguna que otra acreditación; los "esssspertos" de ciertas productoras, que se comen Eurovisión por colar cuatro programitas en la tele pública y unos cuantos de miles de euros... el círculo vicioso del amiguismo que hay en Eurovisión RTVE, a pesar de que casualmente a ninguno de los responsables les gusta el certamen, es inquietante. ¿Será por eso por lo que no lo sueltan? Solo pregunto, no afirmo.

Y no les gusta porque este año, 50 aniversario del triunfo de Massiel, ni se han acordado de ello. Hemos tenido que ser otros (sí, doy autobombo a mi documental) los que hagamos la labor de una televisión pública que se avergüenza del Festival. Una corporación que pasa de trabajarse las candidaturas, fijar un método claro para todos los años, porque no le apetece mover un dedo por algo que simplemente no le gusta, pero que le da un rendimiento tremendo en audiencias. Basta con ver lo que ha pasado en Bélgica, Países Bajos, Bulgaria, Italia, Chequia, Portugal o Francia con los cambios en la delegación: dar paso a gente nueva, con ganas, conlleva buenos resultados. ¿Qué es lo que pasa en España? Que a pesar de llevar ¡desde 1995! sin llegar al Top 5, con solo dos Top 10 en 13 años, todo sigue igual: sigue Toñi, sigue Federico ahora personalizado en Ana María, sigue Gestmusic metiendo la zarpa, siguen los compositores de turno colando descartes... nada cambia porque nadie quiere que cambie.

Aunque se empeñen en decir lo contrario, Televisión Española no quiere ganar Eurovisión. Y no quiere porque no ha mandado ni una propuesta competitiva desde el año 2003. No quiere porque no han trabajado como el resto de televisiones. Siguen sin entender la grandeza de un certamen que cada año ven 200 millones de personas. No comprenden que Eurovisión va más allá del día de la final. Y no, nadie nos tiene envidia: la RTP nos entiende, al igual que la ORF, la SVT o la televisión organizadora que sea. Y tampoco hay una mano negra en la EBU. El único motivo por el que España nunca lleva candidaturas potentes es porque no le da la gana a Radio Televisión Española. Como tampoco han entendido que los ensayos están para perfilar detalles, porque las candidaturas tienen que ir cerradas desde casa; es curioso que a la SVT siempre le hacen caso, incluso a la televisión checa, pero a la española... nunca, ¿verdad?

Si a Toñi Prieto, Ana María Bordas y compañía no tragan Eurovisión o son incompetentes en este ámbito (cosa que no es mala, no todo el mundo tiene por qué saber de todo), es muy sencillo: que sigan desempeñando otras funciones dentro de la corporación, pero que se desliguen. Toñi tiene poder para designar a dos personas: una, que se encargue del apartado de delegación; la otra, que se encargue del apartado artístico. Y no vale esperar a septiembre, porque eso ya es otro año perdido: los cambios tienen que acontecer ya, este lunes mismo si es posible. Estas dos personas tendrían que fijar un método, el que sea, que sirva para los próximos cinco años como mínimo, ya sea una elección interna basada en criterios de calidad musical o una preselección con autores reconocidos para recuperar la credibilidad del certamen. Hay cientos de ideas que se pueden desarrollar con más tiempo y tranquilidad, pero lo importante es tener una base sobre la que trabajar, sobre la que construir un proyecto de futuro para no digo ya ganar, pero sí tener representaciones de calidad año tras año.

El peor enemigo de España en Eurovisión es España. Es RTVE la que permite que se manche la imagen de su programa por parte de otros medios (o panfletos), al igual que es la que permite que se ataque a sus representantes tanto por medios como por ciertos lobbies de eurofans. Si RTVE quiere tomarse a cachondeo el concurso, que lo diga: ya lo hace la BBC. En ese caso, los eurofans españoles nos bajaremos del barco y empezaremos a apoyar a otros países; si quieren tomárselo en serio, que nos lo demuestren con hechos, y no con palabras. De ser así, los eurofans españoles estaremos ahí, apoyando y ayudando en lo que buenamente podamos, porque nosotros sí que queremos estar orgullosos de la representación española en el certamen, y en los últimos años cuesta mucho.

Queremos ganar Eurovisión. Queremos estar orgullosos de nuestros representantes y de nuestra televisión pública. Queremos que se haga un gasto justificado de dinero público en el mayor evento cultural de Europa (mejor 3 millones bien invertidos que 600.000€ en una chapuza). Queremos acabar con esta España de mierda que nos muestra que, al menos a nivel eurovisivo, estamos a años luz del resto de Europa. Acabemos con los amiguismos, con el desinterés y con el "solo nos interesa el dato", para dar paso a una etapa de trabajo y ansias de victoria, en las que las audiencias se consigan por llevar candidaturas que luchen por la victoria. RTVE puede ser como la RAI, la SVT o la que quiera: pero para ello tiene que querer.