Y lo volvieron a hacer. Nuestra querida corporación pública
de radio y televisión ha vuelto a demostrar que no sabe lo que es Eurovisión.
Ni tienen vergüenza, ni la conocen. Porque si tuvieran un poquito de vergüenza,
solo un poquito, no intentarían tomarnos como verdaderos gilipollas. Y siento decirlo:
muchos eurofans lo son, porque caerán en lo de siempre. Hemos vuelto o, mejor dicho,
han vuelto en RTVE a caer en el mismo error en el que cayeron el pasado año,
pero en esta ocasión de forma maximizada: Operación Triunfo volverá a ser el
sistema utilizado para seleccionar la candidatura española para el Festival.
En un alarde de verdadera inteligencia, de capacidad
autocrítica y de humildad, Televisión Española ha decidido que la mejor manera
de sobreponerse al fracaso estrepitoso del pasado certamen es confiar en la
misma gente que gestionó la candidatura pasada, con el mismo sistema de
selección y sin cambiar a ningún responsable de Eurovisión RTVE. A nadie. Es
que no ha habido ni el más mínimo atisbo de autocrítica a pesar del cambio de
presidencia (en este caso, en la figura de la administradora única). No
interesa Eurovisión. En los últimos años, no ha interesado Eurovisión. Y previsiblemente,
en los próximos años seguirá sin interesar Eurovisión.
Radio Televisión Española convirtió este año Eurovisión en
una gala más de OT. Y es lo que van a seguir haciendo con ese “concurso de
cancioncillas”, denominación dada por el Sheriff Tinet para el Festival de
Eurovisión. Ese “concurso de cancioncillas” en la que su candidatura, de la que
él fue responsable directo con esa “espectacular” puesta en escena, acabó entre
los cinco últimos. Pero no os preocupéis
porque, si osáis criticar a OT, el Sheriff os dará una “lección de humildad” en
forma de bloqueo. Y si osáis criticar a la corporación, es que sois muy
atrevidos porque ellos lo hacen todo perfectamente.
Vamos a decir algo obvio: se va a elegir al representante en
el Festival de la canción de Eurovisión. De la canción, ojo. ¿Sirve para esto
Operación Triunfo? No. ¿Por qué? Por un sencillo motivo: el ser un talent show
con un componente de reality hace que una gran parte del votante decida su voto
por el “efecto carpeta”. Basta con irnos al año pasado: ¿dónde estaba Que nos sigan las luces? En la superfinal
no, desde luego. ¿Por qué? Porque ya se han encargado los distintos actores que
forman parte de este juego que es Eurovisión de que no fuera. En Eurovisión se
votan conjuntos; en OT, cantantes. ¿OT como programa de entretenimiento
musical? Sí. ¿OT como preselección? Nunca.
Vamos a hacer un viaje al pasado por preselecciones de Gestmusic
para ver si son la productora ideal. Primero tenemos los tres años iniciales de
OT, en la época rancia de Eurovisión. De poco nos pueden servir, al igual que
aquella infame preselección del año 2009 (obviaremos comentarla). Vamos a sus
trabajos recientes: 2011 y 2017. En 2011 se hizo una preselección con un
sistema bizarro y caótico, con una selección de canciones plagada de los mismos
compositores de siempre y en la que, oh sorpresa, ganó la cantante que mayor
apoyo tenía (no la canción, que aquello era una cosa bochornosa). Saltando la “maravillosa”
puesta en escena del año 2015, responsabilidad del Sheriff, vamos al año 2017.
¿Nivel de las canciones? Bastante decente. ¿Resultado? Bochornoso.
¿Y qué pasará cuando acabe OT? Que en RTVE seguirán improvisando,
como han hecho siempre. ¿Dedazo? Si vienen con discográfica. ¿Preselección?
Para contentar a los mismos cuatro. ¿Retirada? Nunca con estas audiencias.
Porque seamos serios: solo les importa la audiencia. Si les importara
Eurovisión, tendrían preparado un plan quinquenal, con líneas maestras de una
base sobre la que trabajar siempre. Con un proyecto constante y definido, sin
dar bandazos improvisados. Con un foco en la canción, que ya hacen nuestros
vecinos portugueses eligiendo compositores y no cantantes. Fijándonos en lo que
funciona en países a la vanguardia eurovisiva: Suecia, Hungría, Estonia,
Bulgaria o Noruega. Eso es lo que habría que hacer, pero a nadie le interesa
hacerlo.
Mientras sigan los señores Jareño y Sevilla junto a la
señora Prieto, nada cambiará. Mientras que las voces críticas y valientes, las que
aportan proyectos e ideas, sean silenciadas, nada cambiará. Mientras que la
administradora única de la corporación, la señora Mateo, no cumpla su palabra
de apostar por un entretenimiento de calidad y de aplicarse la máxima de la
transparencia, nada cambiará. Es triste, pero es una realidad: España a
Eurovisión va como San Marino a los clasificatorios del Mundial de fútbol. Pero no pasa nada: saldrá una nueva Rosa de España y los eurofans palmeros dirán que viva OT, que qué guapo es Tinet y que todo maravilloso. Y llegará el bottom.
Salvo sorpresa, Eurovisión 2019 pinta mal para España. Y
2020. Y 2021. Y así, con todos los años sucesivos. Las cosas se cambian con
voluntad; si no existe esa voluntad, habrá que pensar en cambiar de
nacionalidad eurovisiva.