domingo, 14 de mayo de 2017

Tres años para ganar Eurovisión

Ya os lo adelanto: no vamos a ganar Eurovisión en los próximos tres años. Sí, lo mismo me estoy aventurando demasiado con tal afirmación… pero es que los milagros, en Eurovisión, son muy escasos (Austria 2014 y poco más). Y sí, el título es puro clickbait: no tengo la receta para ganar Eurovisión. Ni yo, ni nadie. Pero lo que sí creo que tengo es un conjunto de soluciones para intentar recuperar Eurovisión en España.

No nos engañemos: Eurovisión está muriendo solamente en un país de la Europa del sur. Y ese país se llama España. En la anterior entrada (“La Transición eurovisiva”, que puedes leer aquí) señalaba los diversos males con los que cuenta Eurovisión en España. La labor de un historiador no es solo señalar lo que falla (para eso están los cotillas que se juntan en corralas), sino que tiene que buscar soluciones a estos problemas. Francamente, sé que esto lo van a leer cuatro, no va a llegar nunca a TVE, y si llega lo van a meter en el cajón “SPAM: eurofans”. Esto lo escribo por puro desahogo: si Portugal lo ha conseguido, ¿qué necesitamos nosotros para hacerlo?

Tal y como digo en el título, creo que son necesarios tres años de Eurotransición. Tres años en los que poder volver a generar un evento alrededor de Eurovisión, recuperar la confianza del sector musical y de la audiencia, y luchar de una vez por ganar. España no llega a los 100 puntos desde el año 1995 (ahora votan el doble de países y se reparten, además, puntuaciones de jurado y televoto por separado), ha conseguido la cifra de puntos más baja desde el año 1999 (entonces fue un punto, mientras que este año fueron cinco), y no superamos el puesto 10 desde el año… 2003. Evidentemente, algo falla desde hace décadas, todos sabemos qué es, y nadie le ha puesto solución. ¡Vamos a ello!

Lo que está claro es que para recuperar Eurovisión hay que ir a lo grande. Y cuando digo “a lo grande”, hablo de buscar candidaturas potentes tanto en lo musical como en lo mediático. En definitiva, darle un golpe de aire fresco a nuestra participación en el Festival. España lleva sin aportar algo relevante desde el año 2003, y todos sabemos cómo acabó eso. Por lo tanto, hay dos fórmulas: o llevar una estrella al Festival, o centrarse en llevar hits. Ambas fórmulas son válidas para recuperar la atención de la audiencia… pero solo una es efectiva a largo plazo: la segunda. Si queremos que en España se genere un evento sobre Eurovisión, hay que apostar por llevar candidaturas competitivas. Punto. No tiene más misterio. ¿Cómo conseguimos esto?

Lo primero es algo lógico, que se hace en todos aquellos países que van a competir a Eurovisión: independencia. Hay que acabar con la jerarquización de Eurovisión en un segundo plano, y con la burocracia que impide hacer y deshacer de forma competente y efectiva. Y eso se logra de una manera: creando la tan esperada Dirección de Eurovisión que se centre exclusivamente en el Festival. Y si nadie de la cadena vale para dirigir la candidatura española o nadie se atreve, habrá que llamar a alguien de fuera. Pero hay que poner a alguien competente, con ganas de trabajar y que se dedique en exclusiva al Festival, rodeándose de gente de confianza. Es un primer paso, pero es el primer gran paso para lograr que Eurovisión sea realmente lo que es en el 90% de los competidores del Festival: el mayor evento de la programación del canal en cuestión.

Lo segundo también es muy sencillo, aunque a Toñi Prieto no le entre en la cabeza: realizar la selección de temas en función de criterios puramente musicales. Es decir, que hacer un dedazo a X artista sin tema no sirve absolutamente de nada, porque lo mismo te planta “Euphoria” como te planta “Spirit of the Night”. Los dedazos tienen que ser completos, y tienen que estar planificados con tiempo. Es, por tanto, lógico que Televisión Española tenga que dedicar completamente el mes de junio a ponerse en contacto con discográficas, artistas, productores y compositores para convencerles de que presenten una candidatura para la elección interna. Gente de renombre en su estilo, que sea capaz de ofrecer una propuesta atractiva para el gran público. Por tanto, hay que centrarse en gente con un recorrido, para evitar llevarse sustos. Se dejaría un plazo amplio para que puedan trabajar con tranquilidad (hasta octubre-noviembre, por ejemplo), y a partir de ahí se empezaría a seleccionar la candidatura española. Y si Televisión Española tiene que ceder “parte del pastel” de los derechos del tema (que normalmente se queda) para incentivar la participación, que lo haga. Es una inversión a largo plazo.

¿Vetos? Por supuesto. Este es el primer punto polémico de esta entrada. Durante estos tres años hay que deshacerse de esos elementos tóxicos que solo han perjudicado la imagen del Festival, véase: compositores de segunda que solo viven de las preselecciones de Eurovisión y no han hecho más que plantarnos truños, productoras vendehúmos que por vendernos nos han vendido hasta una batamanta, cantantes de tres al cuarto que llevan años sin sacar una canción y por eso tienen que tirar mierda sobre el Festival (incluyo aquí a los “nisu”, cantantes a los que no conocen ni en su casa, y que solo buscan “famita wena” como sea -por ejemplo, cualquiera de los participantes de la próxima edición de OT-), eurofans que se creen compositores…

Romper con el pasado es no caer en los mismos errores. Me da igual si un cantante tal viene con una canción compuesta por suecos, y tiene pinta de ser un auténtico pelotazo. Volver a introducir esos elementos tóxicos en el sistema tiene consecuencias de cara al futuro, y es preferible mantener esta inversión de futuro y esperar a que el sistema eurovisivo se consolide, antes de lanzar las campanas al vuelo y que todo lo avanzado caiga en saco roto. Y esto lleva a otro punto polémico: los eurofans.

Soy eurofan. Y sé que solo somos tóxicos. O al menos es la imagen que tienen de nosotros: seres cuarentones que van a los festivales a pillarse pedos y a pitar al representante español. Y como yo no cumplo ninguno de esos tres estándares, creo que hay que hacer una purga. Una purga que, lógicamente, también tiene que verse reflejada en Televisión Española. Punto polémico número uno: pedirle a la organización del Festival la gestión de los packs de entradas para fans. Resumen: quitarle a OGAE España lo único por lo que todavía sigue en pie. ¿Por qué a esos packs solo puede acceder gente de los clubes de fans por pura “meritocracia”? En el fútbol, es la UEFA la que le da los packs de entradas al equipo en cuestión, y es el equipo el que los reparte como mejor le conviene. Pues eso mismo hay que hacer con Eurovisión: con el control de las entradas, tienes el control de los eurofans.
Esto también pasa con las acreditaciones. Punto polémico número dos: exigir carné de periodista a todos aquellos que quieran ir acreditados al certamen, además de un dossier detallado (y no cuatro páginas mal redactadas) con toda la propuesta de cobertura, méritos del medio, seguimiento previo del certamen… es decir, que el que vaya a Eurovisión tiene que demostrar que va a trabajar, y no a hacerse cuatro fotos para presumir en Facebook.

Y vamos con el punto polémico número tres: relegar a la web a un segundo plano, centrándola exclusivamente en el sector eurofan. Esta imagen que Televisión Española nos quiere vender de que “no, si esto lo hacemos para todos, queremos llegar a un público generalista” es un grave error. Una señora de Cuenca, con sus 60 años, no se va a meter en RTVE.es a ver el previo de Eurovisión. Y lo mismo para con un chaval de 20, que ve Eurovisión ocasionalmente, pero que prefiere estar jugando a videojuegos porque ya de por sí el nombre, “Spain Calling”, huele a rancio. Eurovisión tiene que volver a la televisión, que por algo es un certamen televisivo, y la atención debe centrarse en ella. Posteriormente explicaré cómo se tendría que desarrollar este apartado.

Tras la purga eurofan, volvemos a la candidatura. Llega noviembre y ya hemos recibido todas las candidaturas. La primera criba es sencilla: descalificación de todas aquellas canciones que incumplan las normas del Festival. Tras ello, habría que realizar una primera preclasificación entre canciones que potencialmente son competidoras para el Festival, las que pasarían desapercibidas a primera escucha, y las que directamente son un cuadro. Competidora, por cierto, no es “festivalera”: una canción competidora es “La revolución sexual” de La Casa Azul, mientras que una canción festivalera (y, dicho sea de paso, un cuadro), es “Contigo”. Esta primera clasificación no es vinculante, y serviría únicamente para facilitar el trabajo.

¿Y por qué no clasificar por estilos? Muy sencillo: cuando una canción es buena, da igual de qué estilo será porque la gente o los componentes del jurado la van a votar. El clasificarlas por géneros nos lleva a otro mal endémico de Televisión Española, y que no es otro que el clásico “esta canción vale para Eurovisión, esta no”. Es un mito absurdo, ya que las canciones buenas sí valen para Eurovisión, independientemente de su género, mientras que las canciones malas solo sirven para tirarlas a la basura. El no clasificar por estilos nos lleva a evitarnos prejuicios absurdos.

Una vez realizada esta primera clasificación, no vinculante como he dicho, es hora de ir haciendo catas entre expertos en la materia. Sin dar a conocer autores, ir testando entre los miembros de Radio 3, miembros de la Orquesta Sinfónica de RTVE, profesionales del sector musical e incluso entre profesionales de otras radios todas las canciones recibidas, para poder tener una visión de conjunto. Una vez finalizado este largo proceso, y una vez analizadas todas las impresiones, se procedería a la elección final. Si realmente el feedback recibido es bueno, tendremos 3 ó 4 canciones como mucho que puedan ser competitivas. Aquí ya sería cuestión de negociar con artistas, autores y discográfica para llegar a buen puerto, priorizando los intereses de la cadena: si dos canciones destacan de igual manera, pero una de ellas cuenta con un artista de renombre, lógicamente se debe priorizar esa opción para generar un mayor impacto.

Tenemos escogido al artista con su tema, con todo cerrado. ¿Qué hacemos? Anunciarlo a bombo y platillo. El representante de España tiene que ser conocido por España, y para ello hay que iniciar una intensa campaña de presentación. Lo primero es presentarlo: si Televisión Española no cuenta con programas en directo de destacada audiencia, habrá que buscar un evento que sí tenga suficiente audiencia (ya sea MasterChef, ya sea Cuéntame) y, al poco de empezar su emisión, hacer una pausa para presentar oficialmente el tema. Con esto te aseguras que un 15-20% de la audiencia conozca ya el tema, y no solo un 5% como en dedazos previos. Esto se haría a finales de febrero, para evitar una excesiva saturación del tema.

Esta campaña hay que extenderla por el resto de cadenas, consiguiendo que el representante español acuda a programas tipo El Hormiguero o La Voz, radiofórmulas, entrevistas… vamos, que esté hasta en la sopa, todo el mundo sepa quién es, y todo el mundo sea capaz de tararear el tema. Hay que evitar lo que ha pasado este año con Manel Navarro, que no solo ha sufrido ataques constantes por culpa de los cuatro tontos de turno, sino que también ha sido abandonado por Televisión Española (icónica la imagen de Manel solo en la rueda de prensa). Decisión de la discográfica y del artista será el realizar gira internacional, que tal y como sabemos solo sirve para coger rodaje porque puntos no da.

Si es el artista el que se va a “partir la cara” por España en Eurovisión, tienen que ser tanto él como su equipo los que tengan el poder de decisión, y no Televisión Española la que dirija la candidatura. Por tanto, hay que ofrecerles absoluta libertad, porque luego el que queda bien o mal es el artista, que es el que se juega su prestigio. Lógicamente la corporación pública tiene que intentar asesorarle para que sepa por dónde puede tirar (temas de logística, contacto con la televisión organizadora, normas del certamen, precedentes escénicos…), pero quedando limitada su presencia a un rol consultivo, nunca decisorio. Y hay que centrarse en lo importante: en Eurovisión no se hacen grandes cambios, hay que llevarlo todo bien atado de casa.

Y nos plantamos en Portugal. ¿Qué hacemos? TVE tiene que volcarse absolutamente con el Festival, ofreciendo una experiencia completa. ¿Por qué lo hace con el Madrid Open y no con Eurovisión? Así, una vez comiencen los ensayos, sería conveniente ofrecer un programa diario resumen de los mismos en La 2, para que la gente sepa que Eurovisión dura tres semanas. Esta cobertura se complementaría con información diaria en el Telediario, España Directo y La Mañana de La 1, con el objetivo de que la gente vaya adquiriendo cada vez más expectación por el Festival.

También es evidente que hay que subsanar otro de los grandes errores de este año: la ausencia de previo y post. Es más, yo daría un paso más y haría tanto previo en las semifinales (media hora) como en la final (dos horas), muy al estilo Fórmula 1 con conexiones permanentes con Portugal, entrevistas (en directo o pregrabadas), resumen de los artistas participantes, crónica de los ensayos y/o semifinales previas… lo que es generar un entusiasmo que, a día de hoy, el amigo Chema Íñigo no sabe generar. De hecho, da la sensación de que le ha contagiado el pesimismo a Julia Varela, muy errática este año. Vista la retransmisión de este año, Chema tiene que coger su maceta y marcharse junto a Julia, para apostar por dos locutores que consigan imprimir un ritmo más competitivo y emocionante al Festival. Y si pueden aportar un poco de humor en esos momentos muertos que tiene cada gala, pues mejor.

Esta cobertura habría que complementarla con la retransmisión de la Welcome Party en directo (ya sea a través de La 2 o de La 1, en función de las necesidades de la cadena), y con un post de una hora tras la final del Festival, con las primeras reacciones y analizando todo lo que ha dado de sí el evento. Y tras el certamen, no se puede ocultar el regreso a España de nuestro representante, por lo que hay que informar de su llegada, organizar rueda de prensa sí o sí, e invitarle a algún programa para que narre su experiencia.


Esta es mi propuesta para los próximos tres años, para poder llevar a cabo una reestructuración completa de Eurovisión en España: el primer año, renovación; el segundo año, cimentación; y el tercer año, consolidación. Una vez transcurridos estos tres años, tocará decidir si seguir apostando por elección interna y en qué condiciones, o si hay el suficiente interés como para poner en marcha una buena preselección que garantice luchar los siguientes años por el triunfo. ¿Qué os parece? Espero vuestros comentarios en la entrada, o a través tanto de @aetuiter como de @SuedisLeidi.

2 comentarios:

  1. Hola, me encanta tu propuesta, pero me ha quedado una duda, ¿Que harías o como planificarías el tema ensayos? Ademas teniendo aqui Portugal al lado y tal...

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    1. Eso tiene que ser cosa del equipo artístico de la candidatura, que elige cómo realizarlos en el tiempo que ofrece la EBU, y qué cambios hacer.
      ¡Saludos!

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