viernes, 29 de abril de 2016

En defensa de Eurovisión


Basta ya. Fin. Punto. Se acabó. Dejad de una vez de lapidar al Festival de Eurovisión. Lo de hoy ha sido escandaloso, y ha sentado un nuevo precedente en la Historia de este país: hemos descubierto que gente que se ha presentado a las elecciones no sabe leer, que periolistos tampoco saben leer, y que en España tenemos superávit de burros. Pero bueno, como en todo relato, empecemos por el principio:

Teóricamente, en el Festival de Eurovisión está prohibida la exhibición de banderas locales y regionales. En definitiva, que salvo las banderas de la Unión Europea y la multicolor que representa al colectivo LGBT, solo se pueden mostrar banderas de los Estados reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas, sí, esa que creó el Estado de Israel. Este es el punto de partida de la cuestión que vamos a tratar a continuación, y que muchos se han saltado y no entienden lo que ha sucedido en su contexto adecuado.

La polémica surge cuando, de repente, en el listado de banderas prohibidas aparece la bandera oficial del País Vasco, es decir, la Ikurriña. Sí, como acabo de citar, las banderas regionales están prohibidas, por lo que no tendría que ser extraño encontrarnos esta bandera en la citada lista. Pero el problema es que esta bandera aparece en un grupo, digamos, "conflictivo": la Ikurriña aparece en la misma sección que las banderas de la República Turca del Norte de Chipre, Transnistria, la República de Donetsk o Crimea, todas ellas regiones autoproclamadas independientes y que, de una u otra manera, han pasado en un periodo de tiempo relativamente corto por un conflicto bélico. Pero lo que sin duda ha escandalizado tremendamente es que, junto a estas banderas, aparezca la del Estado Islámico.

Es comprensible que se pida la retirada de la bandera vasca de esta lista especial. De hecho es algo que, por lo general, hemos pedido los eurofans porque la Ikurriña no pinta absolutamente nada en un listado de emblemas conflictivos, y que sí se entiende en el caso de la bandera kosovar (el que siga un poco el fútbol de selecciones recordará perfectamente el Serbia-Albania de hace un par de años) o de la palestina (Israel participa en el Festival, y ya hubo un problema parecido con la participación en el Festival de El Líbano, pero como lo de documentarse en el sector hater está mal visto, mejor soltar burradas). Pero repito: lo que se pide es que se excluya de la lista de banderas conflictivas, que no es una lista de banderas prohibidas.

Pero claro, eso no vende. Lo que vende es decir que la Ikurriña es la única bandera constitucional del planeta que está prohibida en el Festival de Eurovisión (recordemos que la bandera de Madrid, por ejemplo, también está prohibida). Y ahí entramos en el conocido como "efecto Schulten": uno suelta la burrada, y el resto se la cree sin contrastar absolutamente nada. Evidentemente, puesto el anzuelo... pican los peces: Bildu, Partido Popular, Podemos, laSexta, El País... y un largo etcétera de partidos políticos, medios de comunicación y periolistos. Incluso Televisión Española, esa cadena que en vez de impedir estos ataques al Festival se dedica a destrozar más si cabe su imagen, ha caído, aunque sabiendo que en 2010 se pensaron que habían cambiado de día el Festival... ya se veía venir.

Pues ya que nadie lo hace, lo haremos nosotros: el Festival de Eurovisión es, lamentablemente para muchos, un éxito actual. Un Festival que está a la vanguardia en música y televisión, y que muchos ni siquiera ven para poder criticarlo, porque saben que ni es rancio, ni es anticuado. Pero la imagen que se tiene es la que Televisión Española ofrece: si sus preselecciones son cutres, pues el Festival es cutre. Me encantaría ver a los haters del Festival echándole un vistazo al Melodifestivalen para callarles la boca, Me encantaría tener a una Televisión Española que entienda de una vez qué es el Festival de Eurovisión, y se pusiera a la defensiva cada vez que hay una campaña mediática pasa soltar la mayor mierda posible sobre el certamen. Me encantaría que la gente aprendiera a leer. Pero lo mismo pido mucho.

El Festival de Eurovisión no es caro, es rentable en términos de audiencia, y supone una ventana enorme de promoción cultural para el país, que lamentablemente no se aprovecha como deberíamos. Y a mí no me pueden acusar de no ser crítico con muchas de las cosas que hay en el concurso, porque precisamente yo más de una vez he puesto a caldo a la EBU. Pero esas cosas criticables, y muchas de ellas mejorables, no interfieren en que el Festival de Eurovisión es el mayor espectáculo de entretenimiento de Europa, aunque alguno siga sin pillarlo (o casualmente su programa se emita en la misma franja horaria que la final). Yo defiendo a Eurovisión. Larga vida a Eurovisión.

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